La ganadería en extensivo de las Montañas de León: el caso de la Reserva de la Biosfera de Ancares Leoneses (RBALE)
DOI: 10.5281/zenodo.7607454
Modelo de Montaña y Tierras altas
Autores: Alipio García de Celis y María Jesús Sánchez Muñoz
Síntesis descriptiva del SAMUTER
La Reserva de la Biosfera de Ancares Leoneses (León) es un área montañosa de la Cordillera Cantábrica, en un espacio ya de transición a las Montañas Galaico-Leonesas y comarcalmente en El Bierzo (Figura 1). Se sitúa en un área rural periférica y demográficamente deprimida, estando la mayor parte del territorio semi-vacío, con pequeños núcleos de población en los que viven unas decenas de personas, y con un elevado envejecimiento. Las dos cabeceras comarcales –Vega de Espinareda y Villafranca del Bierzo- no escapan a esta situación de extrema debilidad demográfica. Económica y paisajísticamente este espacio fue modelado tradicionalmente por una actividad agraria variada, adaptada a las potencialidades de los diferentes sectores que determina el medio físico: alta montaña ganadera de vacuno, sierras y montes de castaño y ganado menor, y valles meridionales de viñedo y hortofruticultura en la salida a la Hoya Berciana. El esquema perdura en sus rasgos básicos aún, siendo la ganadería de vacuno en extensivo el sistema agrario que da imagen y carácter al conjunto de la Reserva, constituyendo la base del sistema agroalimentario territorializado. La literatura especializada incluye a la ganadería extensiva entre los sistemas agrarios de alto valor natural; ello implica un reconocimiento a su papel en el mantenimiento de la biodiversidad. El escalonamiento que impone el medio físico de montaña coloca a la ganadería en la cúspide en el imaginario paisajístico ancarés, impregnando la personalidad del conjunto. Pero la silvicultura de castaños y pinos en la sierras somontanas, y los viñedos y hortofruticultura de las vegas villafranquinas, complementan y diversifican un sistema multifuncional de alto valor ambiental, al que se han ido añadiendo en las últimas décadas nuevas actividades, como el turismo.
1. Sostenibilidad ambiental
Los sobresalientes valores ambientales del territorio justificaron una acción conservacionista de tradición larga: ya en los años 1950 fue declarada la Reserva Nacional de Caza de los Ancares Leoneses. Más recientemente el sistema agroganadero de los Ancares Leoneses fue declarado Reserva de la Biosfera por UNESCO en 2005 y forma parte de la candidatura a Sitio de Interés del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) de la FAO, proceso en marcha en este año de 2022. Además, es Lugar de Interés Comunitario y Zona de Especial Protección para las Aves. Una parte de la red fluvial ha sido declarada Reserva Natural Fluvial. Estas figuras reconocen agrosistemas resilientes en constante evolución, y caracterizados por una biodiversidad notable, conocimientos tradicionales, gestión sostenible, culturas y paisajes singulares.
El sistema agroalimentario de la ganadería extensiva en los Ancares Leoneses cuenta con unos valores ecológicos que trascienden al producto (la carne de vacuno principalmente) y se extienden al conjunto del sistema (castañicultura, producción forestal, vitivinicultura, hortofruticultura). En el caso específico de la ganadería de vacuno en extensivo, las cifras sobre superficie y operadores en modo ecológico no son significativas, pues los procesos de certificación por terceros son inasumibles para un sistema agrícola familiar, intensivo en trabajo, escasa rentabilidad económica y baja capitalización. La sostenibilidad del sistema se apoya en el propio medio físico y los modos de manejo: el relieve montañoso dificulta la realización de otros aprovechamientos, lo que ha favorecido la preservación de la actividad ganadera en extensivo. Las técnicas tradicionales mantienen el equilibrio ecosistémico y optimizan los recursos disponibles, presentándose como garantes de la sostenibilidad ambiental. La imbricación paisaje y sistema agroalimentario es indisoluble en el caso analizado.
2. Territorialidad y políticas agroambientales
El anclaje territorial de las componentes productivas se refrenda y refuerza a través de las Denominaciones que identifican tanto la producción como la transformación y elaboración de un producto a un territorio, singularizándolo. La Reserva de la Biosfera de Ancares Leoneses está afectada por varias figuras de calidad: DO “Bierzo” que avala la calidad del vino desde 1989; DOP “Manzana Reineta del Bierzo” (1999); varias Marcas de Garantía: “Pera Conferencia” (2001), “Castaña del Bierzo” (2009) y “Cereza del Bierzo (2016). Además, cuenta con Indicación Geográfica Protegida el “Botillo del Bierzo (2000) y el “Pimiento Asado del Bierzo” (2001).
Además, el Consorcio de la RBALE cuenta con la “Marca Territorial de la Biosfera de los Ancares Leoneses” como instrumento de competitividad para la puesta en valor del patrimonio natural y cultural. Aprovechando la calidad de sus productos participan empresas de diferentes sectores (ganaderos, artesanos, turismo) que cumplen unos requisitos en cuanto a calidad, componentes, origen geográfico o modo de elaboración. Además, la imagen corporativa (representada en el logotipo) actúa como estrategia de marketing, facilita la cooperación empresarial, el trabajo en red de las asociaciones o empresas interesadas, la promoción del territorio y el apoyo de las instituciones, pero para que tenga sentido debe formar parte de la estrategia de desarrollo local.
La presencia de marcas de calidad constituye una oportunidad para aumentar la rentabilidad de las explotaciones, ayuda a competir en el mercado y favorece la comercialización del producto, pero al mismo tiempo favorece el mantenimiento de prácticas agroambientales sostenibles. Aunque la mayor parte de las producciones se concentran en los municipios de la hoya, las marcas territoriales contribuyen a la conservación de paisajes singulares de gran valor ambiental, económico y cultural en los bordes montañosos más afectados por el abandono. Un ejemplo de práctica agroambiental es el aprovechamiento de los pastos “a diente” y “a siega”: en la zona pervive la tradición de la siega de los prados de fondo de valle donde en el mes de julio la hierba se corta, se seca, se empaca y se almacena como complemento para el invierno. Mientras las brañas o pastos de altura se aprovechan a diente de forma extensiva desde la primavera al otoño.
3. Relaciones entre producción, transformación, comercialización y consumo
El espacio rural ha pasado de ser considerado como productor de alimentos a adquirir nuevas funciones, pues a la función productiva se añaden otras funciones como la función ecológica(mantenimiento del paisaje) y la oferta de espacio para otras actividades como la industria, el turismo, los servicios públicos, etc.; esta multifuncionalidad lleva a la diversificación productiva y a la consideración integrada del espacio rural.
El espacio agrario de la Reserva de la Biosfera muestra el contraste entre la aptitud ganadera de la orla montañosa y la especialización agrícola en la hoya (Figura 2). La ganadería extensiva de bovino es una de las actividades tradicionales aprovechando los pastizales de fondo de valle y los pastos de altura. En la actualidad, se advierte un importante cambio debido al abandono de las explotaciones agrarias, provocado por la despoblación que afecta a este territorio desde hace décadas y amenazado por el creciente encarecimiento de los costes de producción, factores que explican la escasa presencia de explotaciones, concentrándose en Vega de Espinareda y en Candín.
En la zona montañosa, las condiciones climáticas y edáficas limitan los cultivos a pequeñas parcelas en la vega de los ríos, junto a los pueblos, cuya producción está enfocada al autoabastecimiento. En cambio, en la hoya se aprecia la especialización productiva con cultivos vinícolas y hortofrutícolas (pimiento, pera conferencia, manzana reineta, castaña y cereza). La demanda de productos de calidad explica la significativa presencia de la industria agroalimentaria (86% de las licencias industriales), se trata de PYMEs, que surgen a partir de iniciativas locales para aprovechar y transformar los recursos endógenos: fabricación de conservas, de productos cárnicos y especialmente industria vinícola en Villafranca. Aparece así un modelo de industrialización rural que, en ciertas ocasiones, se apoya en la marca territorial de la RBALE para comercializar los productos que dan personalidad a este territorio.
La sociedad del ocio y la demanda creciente de actividades en contacto con la naturaleza explica la implantación de alojamientos de turismo rural (57%), con una oferta diversificada, poco estandarizada y donde predomina un turismo sensible con la conservación del patrimonio natural y cultural (tangible e intangible) que se une a la actividad turística ligada al Camino de Santiago a su paso por el municipio de Villafranca del Bierzo. El desarrollo incipiente de este tipo de turismo es importante pues contribuye a la diversificación de la economía rural, al ser una renta complementaria y al mismo tiempo generar sinergias con otras actividades como la agroindustria, la artesanía y la comercialización de los productos locales avalado por las marcas de calidad.
4. Buen gobierno (gobernanza)
El contexto social en el que se halla la Reserva de la Biosfera de los Ancares leoneses se caracteriza por la pérdida de población (5.335 habitantes en 2021), bajísima densidad de población (9,4 hab/ km2), el envejecimiento (36,74% población de más de 64 años, un índice de envejecimiento del 588,78%) y la masculinización (100,19%), resultado del éxodo rural principalmente de gente joven que emigra en busca de mejores oportunidades laborales (Figura 3). Pese a esta situación, los Ancares leoneses constituyen un territorio donde en el proceso de dinamización social juega un papel fundamental el Consorcio de la “Reserva de la Biosfera de los Ancares Leoneses”, integrado por los ayuntamientos de Candín, Peranzanes, Vega de Espinareda y Villafranca del Bierzo, y por el Consejo Comarcal de El Bierzo. Asesorada por un equipo técnico, la RBALE gestiona este territorio de montaña apoyándose en un Comité científico encargado de fomentar la investigación en proyectos de desarrollo sostenible, y en un Consejo de Participación.
El Consejo de Participación es un órgano representativo de los actores sociales que colaboran en el proceso de desarrollo local. De este modo la participación local está presente con representantes de las Juntas Vecinales de cada ayuntamiento, sindicatos, asociaciones de mujeres, asociaciones juveniles, asociaciones de pensionistas, asociación de cazadores y grupos ecologistas, asociaciones de empresarios, asociaciones de agricultores, de ganaderos, de empresarios de turismo, de apicultores y por los miembros del equipo técnico de la RBALE. Entre estos actores locales cabe destacar la Asociación de Ganaderos de la Reserva (AGARBALE), la Asociación de Promotores de Turismo en el medio rural Ancares (ASPROTUR), la Asociación Berciana de Agricultores (ABA), grupos ecologistas (A Morteira, Tyto Alba…), asociaciones que apuestan por la gestión competitiva, innovadora y sostenible del territorio. La RBALE ha sido pionera en la puesta en marcha de estrategias de desarrollo rural, pues ha formado parte de los siguientes Programas de Desarrollo Rural: Leader Ancares (1991-94), Leader II Ancares-Seo (1994-1999), Leader + Ancares (2000-2006), Leadercal ASODEBI y desde el 2014 Leader DLP, estrategia de desarrollo local participativo gestionada por el grupo de acción local ASODEBI (Asociación para el Desarrollo de la Comarca Berciana). En la actualidad el territorio ancarés se incluye dentro del Sistema agroalimentario multifuncional Montañas de León, como candidato a SIPAM 2022.
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