Citricultura en la Ribera del Júcar

DOI: 10.5281/zenodo.7607955

Modelo de Campiñas y llanuras de Interior y Litorales

Autor: Emilio Barba Campos

Síntesis descriptiva del SAMUTER

El SAMUTER de la citricultura analiza la situación actual del sistema de cultivo de cítricos, fundamentalmente el naranjo, en la Comunidad Valenciana, tomando como ejemplo un sector territorial de la comarca de la Ribera Alta del Júcar, con centro neurálgico en el municipio de Carcaixent. Este municipio es conocido como “la cuna de la naranja”. La delimitación territorial de este Samuter citrícola, incluye siete municipios de esta comarca; el criterio diferenciador es el significado y la importancia que en ellos tiene el cultivo del naranjo: L’Alcudia, Alginet, Algemesí, Alzira, Carcaixent, Carlet y Guadassuar. Se analizan los diferentes aspectos relacionados con la producción y comercialización, así como las implicaciones socioculturales y los elementos patrimoniales relacionados con este cultivo.

1.    Sostenibilidad ambiental

El SAMUTER incluye siete municipios de la comarca de la Ribera Alta, donde los cultivos de cítricos en regadío han ido predominando en relación con el resto de producciones. En el último medio siglo, ha alcanzado un 60% de la totalidad de la superficie cultivada.

El territorio seleccionado conserva, en general, una buena calidad paisajística, donde se incluyen una variedad de estructuras que encajan con la escena agrícola: una extensa red de acequias, una gran cantidad de caminos que conectan los diferentes campos, y la presencia de casas de campo tradicionales, así como de norias y pozos. La predominancia masiva de campos de naranjos da lugar a que la impresión visual sea buena, pero, por el contrario, que la agrodiversidad sea baja, en contraste con otros SAMUTER de la Comunidad Valenciana, como acontece en la Huerta de Valencia. Destacamos también, como aspecto positivo, que la comarca de la Ribera Alta concentre la mayor parte de las empresas en transformación en estabilidad ecológica; se dispone de una superficie certificada de agricultura ecológica de unas 475 ha actuales.

Los municipios incluidos en el SAMUTER no albergan muchas figuras de protección ambiental, y ninguna de ellas tiene un reconocimiento estatal. Solo Alzira y Carcaixent albergan sendos Parajes Naturales Municipales (figura de protección autonómica). También hay zonas incluidas en diversos espacios de la Red Natura 2000 (LIC, ZEC, ZEPA), pero la presencia de los campos de naranjos en ellas es muy marginal.

2.    Territorialidad y políticas agroambientales

La Ribera Alta se localiza en el centro de la provincia de Valencia, en el sector central de la Comunidad Valenciana. Es una de las comarcas del piedemonte valenciano, que representan la transición entre las tierras bajas litorales y las zonas de montaña de la parte interior. Tiene una extensión de 970 Km2 y se compone de 35 municipios de diferentes dimensiones, de los cuales incluimos en el SAMUTER siete de ellos, por el protagonismo adquirido por los cítricos: L’Alcudia, Alginet, Algemesí, Alzira, Carcaixent, Carlet y Guadassuar.

A mediados del siglo XIX, hasta 1850, el principal foco de producción del naranjo se encontraba limitado a las tierras entre los municipios de Alzira y Carcaixent; se trataba principalmente de plantaciones puestas en producción por grandes propietarios agronómicos que solían tener otras profesiones de renombre para la época. A finales del siglo XIX, las plantaciones de naranjos se multiplicaron en cientos de huertos, y se generó toda una red ferroviaria y de infraestructuras asociadas a los mismos, construyéndose grandes almacenes para las naranjas y los abonos, y prosperando actividades como las serrerías de madera para los embalajes, papeleras y talleres mecánicos para la reparación la maquinaria de riego. Entrado el siglo XX, la superficie agraria de cítricos de La Ribera pasa a 7.900 ha, en 1920, a más del doble en tan solo 10 años. Esta expansión se trunca con los episodios bélicos español y europeo, iniciándose la recuperación a partir de los años 50. A finales del Siglo XX comienza a detectarse una saturación de los mercados, y en algunas zonas comienza a abandonarse el cultivo del naranjo en beneficio del cultivo de fruta de hueso y de caquis.

3.    Relaciones entre producción, transformación, comercialización y consumo

La estructura de la propiedad y los rasgos del parcelario reflejan la organización social que la sustenta, perdurando hoy en día ciertas infraestructuras de diferente naturaleza vinculadas con la organización rural del lugar. Por ejemplo, se conservan las tradicionales casas de campo modernistas donde habitaban los agricultores antaño, y que representan la forma de vida característica de la época asociada a los campos de cultivo. Además de su actividad productiva como espacio agrario, en la actualidad ejerce funciones de diferente tipología, como recreativas o sociales, y proporciona espacios verdes y abiertos para el disfrute de la comunidad. En los últimos años, se ha expandido más a la exportación de producto a diferentes lugares de España y Europa a través de las numerosas cooperativas que se hallan en la zona.

4.    Buen gobierno (gobernanza)

Se constata la participación de la sociedades locales en el desarrollo, mantenimiento y bienestar del paisaje del naranjal mediante la agrupación en cooperativas agroalimentarias. El origen de este trabajo en equipo se remonta al s. XIX y actualmente se mantiene para hacer frente a problemas como la subida de precio de los aprovisionamientos. El cooperativismo une las prácticas más agrícolas con la industria alimentaria, fácilmente divisable con los números de facturación de esta zona, que ha ayudado al enaltecimiento de su economía. Cabe añadir que, además, numerosas cooperativas de la Ribera Alta como Agrícola Alginet, S.Coop.V., SAT 9923 Exportaciones Heretat, R.L. (Cofrutas), Coop. Agr. S.C.J. Coop. V. (COPAL), Frutas Carrusel, S.L., etc. cuentan con el sello IGP Cítricos Valencianos lo cual certifica que los cítricos de la zona, cumplen con los requisitos de garantía de origen y de calidad. El 90% de estas cooperativas se encuentran asociadas en una cooperativa de segundo grado, por lo que el grado de integración entre cooperativas es elevadísimo. Por lo demás, el sistema como tal no goza de medidas específicas de protección.