Experiencias alternativas en los ámbitos de la vitivinicultura globalizada: DOP Rueda, La Seca (Valladolid)

DOI: 10.5281/zenodo.7607961

Modelo de campiñas y llanuras del interior y litorales

Autores: Eugenio Baraja Rodríguez, Marta Martínez Arnáiz y Daniel Herrero Luque.

Síntesis descriptiva del SAMUTER

El territorio vitivinícola amparado por la DO Rueda, Castilla y León, España, constituye el arquetipo de la vitivinicultura productivista, moderna y globalizada del Duero. Especializada en vinos blancos, su variedad verdeja adquirió desde los años ochenta del pasado siglo un amplio reconocimiento internacional, justificando la expansión de los viñedos por las llanuras centrales del Duero, particularmente en las campiñas meridionales. Una estrategia basada en el aprovechamiento de las economías de escala y en la explotación de una marca reconocida para posicionarse en el mercado, han terminado por generar un paisaje homogéneo, de perfil productivista e industrial. Sin embargo, cada vez cobra más fuerza una visión alternativa de la vitivinicultura que combina el anclaje territorial (DOP) y la diferenciación del producto (los vinos únicos). Como forma de adaptación a los nuevos valores sociales y de mercado, se están desarrollando prácticas que se alejan del modelo productivista para apostar por la sostenibilidad, la multifuncionalidad y la singularidad de determinados pagos y formas de elaboración.

 

1.    Sostenibilidad ambiental

Las condiciones ecológicas en las que tiene lugar vitivinicultura son claves en la calidad y proyección de los vinos de la DO Rueda. Asentados en las terrazas y campiñas arenosas del sur del Duero (700-870 m), los viñedos se ven expuestos a los rigores de un clima mediterráneo de interior, que combina inviernos largos y fríos con veranos relativamente cortos y áridos. Se trata de un medio enteramente humanizado en el que solo ciertas áreas (riberas y humedales) son considerados Zonas Especiales de Conservación y Zonas de Especial Protección para las Aves. Entre las prácticas orientadas a la sostenibilidad ambiental de los viñedos destaca el mantenimiento de cubiertas vegetales entre las cepas, la reintegración de los restos de podas, la atención a la biodiversidad animal o la limitación del riego y la adecuación ecológica de los tratamientos. La puesta en valor de cepas viejas en pagos menos productivos, pero de alta calidad, así como el mantenimiento de marcos de plantación y sistemas de conducción tradicionales, acercan esta viticultura a los patrones germinales del post-productivismo. Las prácticas en las bodegas que apuestan por estas líneas subrayan la utilización de levaduras propias o la oposición a agregar componentes químicos.

2.    Territorialidad y políticas agroambientales

El ámbito territorial donde se desarrollan estos viñedos está perfectamente delimitado en el reglamento de la DO Rueda, y comprende un total de 74 municipios de las provincias de Valladolid, Segovia y Ávila. Después de un acelerado proceso de expansión, los viñedos adscritos a esta figura de calidad alcanzan las 20.724 ha en 2022, en su mayoría blancos, donde destaca la variedad verdeja. Asimismo, son 71 las bodegas adscritas, de diferente tamaño y condición jurídica. En este marco se percibe un creciente interés por el reconocimiento de la singularidad de los distintos pagos, particularmente en aquellas áreas donde se encuentran los viñedos más antiguos y la continuidad de la función vitivinícola es más acusada. Esto ocurre en ciertos ámbitos de Segovia, pero también en los municipios donde la concentración es mayor: La Seca, Serrada y Rueda (Valladolid).

3.    Relaciones entre producción, transformación, comercialización y consumo

Se trata de un sistema productivo altamente integrado y regulado, pero complejo y diverso, con múltiples actores implicados. Una diversidad que se ha ido poniendo de manifiesto a medida que los vinos de la DO Rueda han ido adquiriendo una fuerte proyección comercial, tanto en los mercados nacionales como internacionales. Aparte de algunas bodegas singulares, la mayor parte de las uvas obtenidas por los viticultores tradicionales se elaboraban en un pequeño número bodegas cooperativas que comercializaban sus vinos a granel. Sin embargo, desde los años ochenta del siglo pasado el número de bodegas ha experimentado un fuerte crecimiento. Se mantienen como elementos singulares las cooperativas, pero se han multiplicado las bodegas privadas que compran la uva a los viticultores o que tienen sus propios viñedos. Se trata de iniciativas que proceden del entorno local y comarcal, pero también de otros territorios vitivinícolas nacionales o internacionales. Con ellos, el mercado ha pasado a ser global, con una proporción creciente de vino orientado a la exportación. A los aspectos intrínsecos del sector vitivinícola se le ha ido agregando otra cuestión reciente: la puesta en valor de las dimensiones extraproductivas del viñedo y de la bodega. Cultura, paisaje, gastronomía…son aspectos que están abriendo el camino del turismo y la multifuncionalidad del territorio.

4.    Buen gobierno (gobernanza)

La multifuncionalidad ha dado mayor complejidad al agrosistema vitivinícola de la DO Rueda. Las cuestiones estrictamente vinculadas con la regulación de las prácticas vitícolas (variedades, producción, marcos de plantación, prácticas culturales etc.) y la elaboración de vinos (tipos, marcas, etc.) se recogen en el reglamento de la DO (2008 y 2017). Algunas bodegas no siempre están conformes con las sujeciones que impone el consejo regulador al entender que los vinos únicos deben ser expresión de la tierra, pero también representar las particularidades de su autor. Por ello se encuentran en el mercado vinos elaborados en el ámbito de la DO sin su etiquetado o bodegas que operan al margen de la misma. Por otro lado, la presencia de actores con intereses en los ámbitos del turístico (gastronomía, paisajes, rutas, etc.) y el gran potencial de estos valores extraproductivos, explican la implicación de los gobiernos locales (municipios, diputaciones) y de los Grupos de Acción Local, poniendo en evidencia la necesidad de reforzar los canales de cooperación, participación y gobernanza.